jueves, 13 de febrero de 2014

El Diluvio que viene.

Recordando algo de lo que leí de niño referente al bíblico San Mateo y viendo cómo andamos de temporales, guerras, malos gobernantes, mafias... Creo que voy a comenzar a construirme un Arca. ¡YA! El Diluvio se acerca.

Y lo cierto es que tengo mucha tarea por delante. ¡Hay tan poco tiempo para tanto trabajo! ¡Y tantos animales a los que dejar fuera..!




La Música como...

La Música como medio de una necesidad de expresión.
La Música como vía de escape de una realidad demasiado cruel.
La Música como refugio último, íntimo, personal.
La Música como expresión de talento.
La Música como muro infranqueable a todo lo innecesario en mi vida.
La Música como liberación de mis sentimientos más ocultos.
La Música como amiga mía desde siempre.
La Música como consuelo de mis desagravios.
La Música como mi compañera en todo momento.
La Música como mi pañuelo de lágrimas en días difíciles.
La Música como sinónimo de Fidelidad.
La Música como Amor más allá de la Muerte.
La Música como Diversión.
La Música como Placer intrínseco.
La Música como sustento de mi Cuerpo y de mi Alma.
La Música como presencia ante tu ausencia.
La Música como posibilidad de Ser ante tu imposibilidad de Estar.
La Música como destino primigenio y fin último.


La Verdad.

Siempre, a veces más de lo que hubiera deseado, hablo con la Verdad, con mayúsculas, de mi parte. Eso no es relevante puesto que, quién me conoce sabe que yo no miento. Claro que, otra cosa bien distinta es hacerlo ‘ex cáthedra’.

Siento pena por aquéllos que por conocer, por dominar una determinada materia, se creen en posesión de ‘Las Tablas de la Ley’. Para mí son, sin más, unos pobres diablos venidos a menos que basan la atención y el respeto en cosas que, al fin y a la postre, no interesan a nadie. Quizá ni a ellos mismos.

Odio a toda esa gente que piensa que siempre lleva razón simplemente porque levanta la voz más allá de lo permisible por mis oídos, acompañando sus razonamientos de golpes en mesas y mostradores, de aspavientos más propios de un loco que de quien pretende aclararte, explicarte algo. Que no oye a nadie. A estos, sencillamente, los ignoro.

Sin embargo, cuando nos hablan de forma pausada, simple, con todos los razonamientos posibles habidos y por haber, decidimos que quien lo hace, tiene razón. Admitimos nuestro error y a otra cosa…

Pues bien, tampoco estoy muy de acuerdo con ello. Hay verdades que no se dejan resumir en palabras, que no pueden ser contenidas en ellas. Un argumento, por muy fuerte y muy de peso que sea, no siempre implica tener razón. Las verdades NUNCA son absolutas.

TODOS podemos tener parte de razón en cualquier discusión, en cualquier cambio de impresiones que se precie. El asunto está en saber oír al resto, valorar su opinión y pensar que, cada cual se irá al final a casa pensando ‘que ha ganado’, que el resto no sabe de qué demonios habla, sólo él.

Por no hablar de las verdades en minoría. El gran Mahatma ya nos apuntaba aquello de que 'Aunque la verdad esté en minoría, sigue siendo la verdad'.

No, las verdades NUNCA son absolutas. Y, aún menos, las religiosas... De hecho, discutimos a menudo acerca de si, a las doce y diez de la noche sigue siendo ‘hoy’ o ya es ‘mañana’. ¿La verdad? Bueno, el momento más importante de mi vida es ‘AHORA, poco importa si son las diez menos diez o las dos de la madrugada…

No reniego de mi pasado pero en el Pasado queda. Mi mañana no existe ni llegará. Sólo el Presente, con mayúsculas es lo que vivo, o lo que pretendo vivir en cada instante. Lo demás, no importa. A nadie. Y, menos aún, a mí.


El Paraíso Perdido.

Luego de transcurrida la mayor parte de mi vida (no, no tengo la más mínima intención de largarme de este Mundo demasiado viejo; no es mi estilo...) y de habérmela pasado buscando mi 'Paraíso Perdido' particular, finalmente, he llegado a la conclusión de que, si alguna vez estuve cerca de hallarlo, o no lo vi o, posiblemente, lo rechazara por no tener a mi lado a alguien para compartirlo.

Quizá mi verdadero 'Jardín del Edén' se encuentre en mi interior, aunque no me siento lo suficientemente preparado como para embarcarme en un ejercicio introspectivo de semejante calibre.

Ni estoy preparado para fracasar en tal empeño. No sé si podría soportarlo. O sí. Quién sabe... Igual debiera intentarlo...



miércoles, 12 de febrero de 2014

Festividades.

No me siento nada partidario de que el maldito Sistema me obligue a celebrar determinadas festividades (cosa que dejé clara en Navidad...). Sin embargo, me gustaría puntualizar algo con respecto a algunas de ellas y, sí, Navidad incluida...

Navidad:  Oliendo a Paz y roscos de vino, te sientes obligado a ser bueno. Nada importa que el resto del año te comportes como un auténtico 'hijo de mala madre'. En realidad, lo que buscas es, como hijo de mala madre que eres, que el resto te haga sentir apreciado, cosa que NUNCA ocurre. El resto te odia y, durante estas fiestas, ¡FINGE!






San Valentín: Flotando en una nube de Amor absoluto, deseas querer a tu chica por encima de todo, del Bien y del Mal. El resto del año, tratas a todas las mujeres como si fueran basura. Incluida tu pareja; bueno, a ella, mucho peor. Deseas, mucho más aún, ser amado, pero como el resto del año te comportas como un cerdo, no obtienes nada de nada. Ni la más mínima muestra de cariño. De tu pareja, menos. Si no te ha mandado ya a paseo, lo hará en breve. No lo dudes.





Semana Santa: Imbuido de un estado beatífico, sólo piensas en recogimiento y oración. En realidad, utilizas esta fiesta para ligar (piensas que con el rollo cofrade se liga). Pero no te comes nada de nada. Los demás ya te conocen de otros eventos anteriores y saben como eres. Nadie te toma en serio.







Podría seguir así todo el día pero pienso que, como muestra de la falsedad en la que (casi) todos andamos sumergidos, bien valen tres botones. Como estos. De hecho, tal es la falsedad que no me importaría celebrar San Valentín, aunque, tal y como andan las cosas, creo que acabaré quedándome en casa. Por si llueve. Sobre mojado...